Cada quien tiene su propio Roraima.



Subir el Roraima por primera vez (febrero 2008) lo asumí como un reto, desde que me hicieron la propuesta lo viví de esa forma, sin embargo, cuando estuve en su cima todo cambió: mi forma de vivirlo, la manera en cómo veía la vida, lo que realmente sentía por mi país… Muchas cosas cambiaron. Antonio, un hermano Pemon, me dijo: “la persona que sube al Roraima baja siendo otra, la montaña te cambia”, definitivamente yo no fui la excepción.


Roraima

En Diciembre del 2014, tuve el chance de visitarlo de nuevo, pero en esta oportunidad para caerle a fotos, ya que me encontraba con un grupo de compañeros de la La Escuela Foto Arte donde me estoy formando como fotógrafa, era mi primer Destino FotoArte; entonces estando en su cima recordé las palabras de aquel hermano Pemón, y tuve una especie de regresión justo cuando me dispuse a disfrutar del amanecer; recordé mi infancia rodeada sólo de lo necesario para crecer, recordé mi época de colegio y liceo con esa adolescencia que te da y te quita, recordé el paso por la universidad que fue tan rápido pero tan cargado de tantas cosas, recordé los traumas que se me generaron por el hecho de tener una morfología física que no estaba acorde a mi edad, ni a mis actividades cotidianas, ni al entendimiento de esta sociedad, recordé los tropiezos económicos de mi Padre en su afán de que “no nos faltara nada” (y nos faltó su cariño que al final es lo que importa), recordé la enfermedad nefasta de mi Madre que le causó la muerte…

Amanecer en la Cima
Hubo en espacio en blanco y luego recordé en lo que el Roraima me convirtió la primera vez que lo subí, entonces a partir de ese lapso reviví los nacimientos de mis sobrinos quienes son la luz de mi vida, reviví mi graduación en la UCV, reviví la amistad y el primer amor de mi vida, reviví la sonrisa de mis alumnos cuando tuve la dicha de ser profesora, reviví el cariño de mi hermano, reviví cada viaje que he realizado por Venezuela, reviví la fuerza y la felicidad que me genera hacer fotografías, reviví la energía de Mi Madre… ¡Reviví!


Roraima


Al terminar esa regresión rompí a llorar de manera desenfrenada porque desaté mucha energía que tenía acumulada, energía que me hizo recordar cosas que no aceptaba para luego revivir todas las que necesitaba y así entender que la vida es todo lo que nosotros queremos que sea; fue entonces en ese momento en el que entendí cuánto ha cambiado mi vida desde que pisé la cima de ese Tepuy por primera vez, acepté el poder maravilloso del perdón, del agradecimiento y abrí mi alma a la regeneración total. 

A Roraima le debo mucho y siempre voy a querer volver, porque mi conexión con él es total. Fue mi primer Destino Foto Arte, el más importante para mi, y hasta ahora no he parado de viajar con la escuela; quedé enganchada de estas experiencias que te nutren y limpian el alma.


Amanecer desde la Base


Cada quien tiene su propio Roraima, éste momento es el mío.

Comentarios

  1. Es verdad amiga, no se que tiene el Roraima perro es magico. He tenido la oportunidad de visitar muchos sitios lindos en Venezuela donde se respira sólo naturaleza y ese es uno de los destinos más plenos que existen en esta Geografía, quizás es porque se puede pasar mucho tiempo en conversaciones con uno mismo y esa es la base de la meditación. Y te preguntarás para que sirve esta, bueno solo sirve entre otras cosas para elevar tu condición de vida.....

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  2. Diana, escribes con sentimiento, las palabras te salen del Alma. Es verdad cada quien debe tener su propio Roraima, su propia montaña inmensa de soledad para poder reflexionar... Te Felicito, sigue adelante.

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