Stefano Schenone. Barcelona Diversa

Barcelona Diversa

Stefano Schenone.

Valencia, Venezuela.


Cuando era pequeño lo inscribieron en fútbol y fue arquero hasta que en una jugada se fracturó las dos manos. Stefano recuerda que siempre le ha gustado la música y que a los 9 años ya empezaba a escribir letras.


El 2017 fue el año de la salida más grande de venezolanos de su país y la familia de Stefano no fue la excepción: con 13 años en plena adolescencia, cargando con ese sentimiento de no poder hacer arte con la música y además con la rabia y la frustración por lo que pasaba en su país, su madre le avisa que se tienen que ir YA para Argentina, sin tiempo siquiera de asimilar lo que su mente adolescente podría al recibir una noticia de ese calibre: “me arrancaron de raíz, tuve que dejar mi lugar seguro, para irme a un lugar que no tenía siquiera puta idea de que existía”. Si ya es difícil para un adulto, imagínense para un adolescente tener que lidiar con: la inyección hormonal, los complejos y encima la adaptación a un lugar inhóspito. 



Río Gallegos, así se llama el pueblo donde vivió en Argentina, está ubicado en la zona austral más al sur del continente, donde siempre hace frío y donde los únicos venezolanos eran él, su madre y sus 3 hermanitos pequeños. Enseguida cayó en una depresión muy profunda -él era el nuevo, el de acento raro, el extraño- se aisló durante un año, estaba quebrado por dentro, no quiso hablar con nadie, se encerraba en la música que era lo único que le hacía sentir bien. 


Un buen día en el colegio le piden una tarea en su clase de música: tenían que aprender a tocar una melodía en el piano y Stefano escogió “El himno a la alegría”, gracias a eso tuvo la dicha de tocar un piano por primera vez: “la conexión que sentí cuando toqué esas teclas por primera vez es algo que aún no se describir, sólo sé que desde ese momento mi vida es la música porque fue ella la que me salvó la vida, estoy completamente seguro de eso”.


A partir de ese mismo instante las cosas empezaron a cambiar, unos compañeros lo invitaron a un conservatorio de música y entró a estudiar allí, luego crearon una banda y poco a poco Stefano: “empezaba a tener una vida normal, tuve una novia, tocaba con mi grupo, escribía y componía canciones, me sentía tranquilo y TODO era gracias a la música que era mi burbuja segura, incluso llegué a trabajar y a reunir dinero tocando con mi grupo”. Sin embargo a medida que iba creciendo se daba cuenta de que no era estable emocionalmente a pesar de su conexión tan fuerte con la música. 


Al cabo de un tiempo, sus tíos le propusieron salir de Argentina y mudarse a Barcelona, Stefano no estaba seguro porque él quería cumplir los 18 años y mudarse a Buenos Aires para estudiar algo relacionado con la música y poder empezar su carrera artística, pero la situación económica en Argentina empezaba a empeorar y al final tomó su primera gran decisión: “le dije que si a mi tío y con el dinero que tenía ahorrado me pague el pasaje de Buenos Aires a Chile, ya que mi padrastro me pagó el de Rio Gallegos en bus hasta Buenos Aires y el de Chile a Venezuela me lo pagó mi tío para que pudiera arreglar toda mi documentación ya que yo no tenía ni siquiera cédula de identidad”.


Con lo que no contaba Stefano era con el diagnóstico positivo de COVID, justo cuando llegaba a Chile, estuvo un mes esperando e intentando solucionar el problema de su pasaje, hasta que pudo viajar a Venezuela. 


Les seré sincera, escuchando esta parte de la historia se me hizo un nudo en la garganta y se me aguaron los ojos: “No hay sensación más bonita que volver a casa, cuando llegué a Venezuela, 5 años después, entendí lo que es estar en casa realmente, cuando entré en mi cuarto y vi mis cosas de cuando tenía 13 años, todo estaba igual a como lo dejé, fue un shock muy fuerte porque para mí todo se había destruido en mi mente, todo se había esfumado, desaparecido, y al volver y ver todo lo que era mío: mis cosas, mi cuarto, mi casa, mis amigos… Reventé a llorar. No soy una persona que muestra sus sentimientos, imagino que es por todo lo que he pasado, pero en ese momento sentí liberación.”


Pasó 8 meses en su país mientras re-conectaba con sus amigos, se recargaba las pilas, sacaba sus documentos y organizaba todo, igual le daba mucha rabia la situación del país y saber que no podía quedarse, que su instancia a pesar de que ya se estaba alargando más de lo acordado con sus tíos era provisional. Mientras todo esto sucedía a los tíos cada vez se le complicaba más conseguir el pasaje para España y llegó un momento en el que parecía que se quedaría en Venezuela varado, sin embargo una prima (por parte de su padrastro) le regaló el pasaje a Madrid y así empezó su aventura en este lado del océano.


Tiene casi 2 años viviendo en Barcelona, su primer trabajo fue en una galería ahorró todo lo que pudo para pagarse el curso preparatorio para empezar a estudiar en la universidad, sigue escribiendo, componiendo y preparándose para crecer y seguir adelante con su sueño que es hacer música. La mayor motivación que tiene para seguir adelante es ayudar a su familia y sacarlos del pueblo donde los dejó.


Cuando le pedí que me definiera a la ciudad, me dijo que le parecía una ciudad ABIERTA: “porque tiene una hiperconectividad que no la tiene cualquier ciudad, hay mucha expresión en la calle, y también creo que es MÁGICA porque tiene algo que no se sabe que es pero lo tiene y te das cuenta de eso cuando te vas de viaje porque siempre necesitas volver, es una ciudad que te hace sentir parte de ella.”






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